De la primera plataforma de recompensa del Perú, Kapital Zocial. La masividad en el crowdfunding latinoamericano es un proyecto a futuro. Por David Cornejo
El financiamiento colaborativo del crowdfunding surgió en el mundo tras la crisis financiera de 2008. Como una respuesta a lo complejo que era conseguir capital para nuevas ideas: consiste en que muchas personas aportan online en pequeños montos para capitalizar un proyecto. Y si en América latina la crisis golpeó fuerte, el crowdfunding respondió también en la región: ya en 2011 surgieron las primeras iniciativas en Brasil, Chile y México.
El sistema funciona a través de plataformas web, que respaldan el proceso de financiamiento. Eso a cambio de una comisión que en promedio está cerca del 5% de lo recaudado. Hoy el país con más plataformas de América Latina es también el más populoso: Brasil. Tiene más de 200 millones de habitantes y 35 plataformas. Le sigue México con 12 plataformas y países como Chile con 5, Argentina con 3 y Ecuador con 1.
Existen cuatro tipos de crowdfunding, todos representados en la región. Uno es el financiamiento como donación, por ejemplo, para pagar la carrera de una estudiante de enfermería de Bogotá. Otro tipo es el de recompensa, por ejemplo, para financiar el primer disco de una banda rock de Ciudad de México. Disco que se recibirá al final del proceso. Los otros dos modelos son el financiamiento como préstamo y la participación como accionista, denominado equity crowdfunding. Este último es el más complejo, ya que los montos suelen ser más altos. En Latinoamérica, sólo existe en Brasil, México y Chile, como financiamiento para start ups.
Hoy plataformas e instituciones públicas reconocen que se necesitan leyes y regulaciones en la región. Principalmente para el crowdfunding equity, como ya se hizo en EE.UU. y Reino Unido. Porque mientras no haya leyes, la posibilidad de una inversión extranjera masiva sigue pendiente. En Argentina, por ejemplo, no se puede hacer equity, mientras en Chile hay leves atisbos de inversión extranjera. “Se puede, pero es muy burocrático”, dice José Antonio Berrios, fundador de Broota, plataforma de crowdfunding equity presente en Brasil y Chile.
Por otra parte, aunque las principales plataformas tienen sedes en varios países, la globalización de los mercados no existe en el crowdfunding latinoamericano. En todas sus modalidades, sigue como un financiamiento principalmente local. “Entre un 60% y un 90% de los financistas son gente conocida del creador del proyecto”, dice Fanny Villiers, Directora de proyectos de Fondeadora, plataforma mexicana de crowdfunding de recompensa.
Esto podría cambiar con más diálogo entre las plataformas y con la creación de una asociación que las reúna a nivel regional. México, Chile, Perú y Brasil ya tienen asociaciones locales, pero conversan poco entre ellas. Mientras, desde el Banco Interamericano de Desarrollo(BID) se habla de una posible asociación en el marco de la Alianza del Pacífico, que incluya a México, Chile, Perú y Colombia. “Me gustaría soñar con un mercado total latinoamericano, pero creo que hay opciones más realistas de intentar con bloques, por ejemplo, con la Alianza Pacifico”, dice César Buenadicha, especialista del Fondo Multilateral de Inversiones del BID.
En una región en crecimiento bajo, las plataformas de América Latina siguen como una alternativa para nuevas ideas. “Lo más importante no es que se recoja plata, sino que la gente valida tu proyecto”, dice Javier Salinas, fundador