Recubrimiento 100% natural y orgánico con extractos naturales para extender la vida útil de frutas y flores.
En los últimos años, ha aumentado el consumo mundial de alimentos más sanos y con altos estándares de calidad por parte de los consumidores, lo cual ha llevado a desarrollar nuevos sistemas de envasado que prolonguen la vida útil de los productos y que, al mismo tiempo, sean reciclables. Esta demanda ha traído consigo una búsqueda de nuevas tecnologías que tienen como objetivo que el consumidor obtenga un producto que conserve sus propiedades organolépticas de origen pese al tiempo transcurrido durante su procesamiento y hasta el consumo. Existen varios procesos químicos y físicos, tales como esterilización, alta presión, radiaciones o adición agentes activos para preservar las propiedades y la calidad de alimentos. Sin embargo, el uso de envases se hace necesario en el último paso del proceso de preservación. Una opción de envasado de alimentos son las películas comestibles, las cuales se presentan como una opción factible para sustituir los envases sintéticos pese a que estos últimos presentan gran eficiencia para reducir la transferencia de masa entre el alimento y el medio que las rodea. Las películas comestibles son una o varias capas delgadas de un material polimérico que puede ser consumidas por los seres vivos y que a su vez puede actuar como barrera a la transferencia de agua, gases y solutos de alimentos. Mediante la aplicación de una película comestible es posible proteger al alimento contra el deterioro físico, químico y biológico. En particular, las películas pueden mejorar la resistencia física de los productos alimenticios y mejorar la apariencia visual y táctil de la superficie del alimento.
Las frutas frescas son susceptibles al deterioro poscosecha, lo cual se deberse a las siguientes razones: i) cambios fisiológicos como la senescencia y la maduración, ii) daños físico-mecánicos causados por magulladuras por roce, compresión, o impacto, iii) daño químico y iv) descomposición por microorganismos, los cuales en sentido estricto son considerados causas patológicas. Tanto la pérdida de las propiedades organolépticas como la deshidratación de las frutas, provocan pérdidas económicas al productor. Las mermas que se originan como producto de este tipo de deterioro post-cosecha pueden alcanzar entre 20 y un 25% en promedio, de la producción nacional, lo cual implica a Chile una pérdida de 500 mil toneladas de frutas desechadas al año.
Para reducir las pérdidas en poscosecha, el enfriamiento inmediatamente después de la cosecha y la posterior mantención en refrigeración, es el método más efectivo para retardar el deterioro de la mayoría de las frutas. Este proceso retrasa el envejecimiento natural, la producción de calor resultante de la respiración, la producción de etileno, la pérdida de agua y la descomposición debido a la invasión por microorganismos. En general, no es posible mejorar la calidad de frutos y hortalizas después de la cosecha y su irreversible deterioro comienza usualmente inmediatamente después de que el producto es cosechado.
La industria frutícola es la mayor industria de exportación de alimentos de Chile y que representa el 31% del total de las exportaciones totales. En particular, las exportaciones frutícolas durante la temporada 2009-2010 ascendieron a 2.466.824 toneladas. Para el presente año se contempla un aumento la industria nacional a 2,72 millones de toneladas de fruta fresca, volumen que se traduce en 4.770 millones de dólares (FOB). Estas frutas exportadas corresponden a 75 variedades distintas que provienen de todas las regiones de Chile.
Chile se ha posicionado como el líder de las exportaciones del hemisferio sur. En el año 2010 Chile ya representaba el 59,3% de las exportaciones de fruta del hemisferio sur considerando uvas, manzanas, kiwis, paltas, ciruelas, duraznos, peras, ciruelas y arándanos. En particular, uvas de mesa, paltas y manzanas son las principales especies plantadas (45% de participación).
Chile produce 1.5 millones de toneladas de uvas de mesa, lo que lleva a posicionarse como el principal exportador de uvas del mundo, seguido por Italia con una producción de 447 mil toneladas. Se estima que este sector exportará 840 mil toneladas esta temporada. La segunda especie frutícola más plantada en el país, son las manzanas, las cuales cubren un 13% de la superficie frutícola nacional. Esta producción de manzana lleva a Chile a exportar cerca de 1.5 millones de toneladas de manzanas por temporada.
Con el objetivo de extender la vida útil de las frutas mediante el retardo de la deshidratación, la mejora de las cualidades organoléptica y la reducción la carga microbiana, se propone la fabricación de un recubrimiento polimérico 100% natural y orgánico adicionado con extractos naturales.
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