En todos caso, esta no es la primera vez que se plantea el riesgo de que los países del Golfo puedan adquirir armas nucleares. El príncipe Turki al Faisal, exembajador saudí en Estados Unidos, advirtió hace más de dos años que las amenazas nucleares de Israel e Irán podría obligar a Arabia Saudita a seguir su ejemplo.
Tal como señaló el diario estadounidense The Wall Street Journal en noviembre de 2013, los saudíes pueden concluir que la aceptación internacional de un programa nuclear de algún tipo por parte de Irán puede obligarlos a “que busquen su propia capacidad de armas nucleares a través de una simple compra”. Pakistán, cuyo programa nuclear fue financiado en parte por los saudíes seria la fuente más probable.
Objetivo árabe: un Medio Oriente libre de armas nucleares
Estas informaciones y otras similares traen a la mente el debate de más de medio siglo de duración en torno a la propuesta árabe, encabezada por Egipto, de liberar a Medio Oriente de todas las armas de destrucción masiva, empezando por las nucleares.
De hecho, los 22 estados que forman la región árabe son todos signatarios del Tratado de la No Proliferación Nuclear (TNP), que se reúne cada cinco años para revisar la aplicación de este acuerdo mundial para la prevención de la proliferación de las ojivas atómicas.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó en 1995 una resolución destinada a lograr este objetivo, pero las sucesivas reuniones del TNP fracasaron en sus esfuerzos por avanzar en esa dirección, debido a la posición israelí, apoyado por Estados Unidos, en contra de cualquier intento que implique que Tel Aviv desmantele sus arsenal nuclear.
Existe consenso mundial de que Israel posee entre 210 y 250 cabezas nucleares, una cantidad que supera la suma de las de India (80) y Pakistán (90). El gobierno de Tel Aviv se niega sistemáticamente o confirmar o negar la existencia de tal arsenal.
El único intento de aplicar la resolución del Consejo de Seguridad de 1995 se produjo en 2010 cuando la reunión de seguimiento del TNP propuso una conferencia internacional para examinar la posibilidad de declarar a Medio Oriente zona libre de armas atómicas.
Tras intensos esfuerzos para encontrar un país dispuesto a acoger la conferencia, Finlandia se ofreció para organizarla, pero las negociaciones posteriores fracasaron n su concreción.
Ante esta nueva frustración y las arriesgadas apuestas arriesgadas de las grandes potencias militares en la región, los países árabes en general, y del Golfo en particular, volvieron últimamente a expresar temores hacia el programa nuclear de Irán, a hablar una vez más de armas nucleares.
Los estados árabes anunciaron, mientras, su firme oposición a todo tipo de actividad nuclear en la región.
De hecho, en el periodo transcurrido entre las reuniones del TNP de 2010 y 2015, estadistas árabes reafirmaron esta posición.
Por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores de Bahrein, jeque Khalid Bin Ahmed Bin Mohamed al Khalifa, declaró a IPS en 2013 que su país y los demás del Golfo no quieren ni oír hablar de actividad nuclear alguna, incluso con fines pacíficos.
La razón, adujo, es que incluso las actividades nucleares civiles, de cualquier naturaleza, tienen un fuerte impacto negativo sobre la propia vida y el sustento de los pueblos del Golfo, al contaminar las aguas y su riqueza piscícola, por no hablar del riesgo de un accidente nuclear.
“Esa posición de Bahrein sigue siendo válida y es aplicable a todos los estados del Golfo”, reiteró a IPS ahora un alto funcionario gubernamental retirado de ese país. “Ninguno de nosotros quiere tener que ver con armas atómicas. Pero hay que entender nuestros temores ante un Israel nuclear y un potencial nuclear de Irán…Tenemos que defendernos, proteger a nuestro pueblo “, matizó, no obstante.
Editado por Estrella Gutiérrez